Historia de Fornells
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Fornells fue durante mucho tiempo un puerto desierto y a excepción de una atalaya construida en el siglo XVI que se erguía sobre la Mola, no existía construcción alguna. La bahía se convirtió en un lugar de refugio y escala para las naves piratas del Mediterráneo. No fue hasta el saqueo del corsario Barbaroja sobre Mahón y el ataque pirata a Ciudadela en 1558 que se decidió asegurar este punto estratégico con la construcción del Castillo de Sant Antoni .
La presencia del castillo en el puerto de Fornells dió pie al nacimiento cerca del castillo de un arrabal que se puede considerar como el origen del actual pueblo de Fornells. Entre 1630 y 1640 se constatan las primeras casas fornelleras y en 1713 ya se contabilizaban alrededor de cien habitantes. Si los primeros pobladores estaban involucrados en la construcción del castillo, no tardó mucho hasta que las pequeñas casas albergaran a familias de pescadores. Lamentable, el castillo fue destruido en 1782 por tropas españolas.
En 1789 y gracias a la aportación de Carlos III, quien reconquistó la isla de Menorca de los ingleses, se construyó la iglesia de Sant Antoni Abad , que sigue en pie hoy en día. Esta edificación de bóveda de cañon y gruesos contrafuertos fiel al estilo de las iglesias del interior de la isla, ha acompañado durante los siglos los trabajos, penas y dolores, pero también las alegrías y fiestas de esta pequeña comunidad. En las fiestas patronales tiene lugar una mezcla de signos religiosos y civiles que ponen de manifiesto la estrecha relación entre esta iglesia y sus feligreses.
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En la atalaya Oeste de la bocana del puerto de Fornells, llama la atención la majestuosa y enigmática torre de defensa y vigía. A lo largo de los años ha presidido las embravecidas sinfonías que el viento del Norte, la tramontana y la mar, han compuesto para deleite y sufrimiento de los aguerridos pescadores que han surcado las aguas de la imponente costa norte menorquina. La Torre de Fornells fue una de las once torres de defensa costeras construidas durante la última dominación inglesa de Menorca (1798-1802). Aunque estuvo durante algún tiempo en manos de particulares, hace unos años fue adquirida por el Ayuntamiento, quien la ha restaurado y convertido en un museo. La Torre es el auténtico punto de referencia visual para todos los que se aproximan a Fornells desde tierra o mar y actualmente se ha convertido en el simbolo de orgullo del pueblo a la que ha protegido siempre.
Menorca es un grandioso museo al aire libre por su riqueza y diversidad de monumentos prehistóricos. Los recientes descubrimientos de Sa Cova des Càrritx y Sa Cova des Mussol han permitido fechar la presencia humana hacia el 2000 a.C., es decir, hace 4.000 años, con la época de mayor población desarrollada durante las edades del Bronce y del Hierro. Así lo confirman los monumentos diseminados por la isla que incluyen uno muy especial: la taula, una gigantesca T que aún hoy sigue motivando apasionados debates sobre su significado.
A la época pre-talayótica corresponden los sepulcros megalíticos, las cuevas de planta alargada y las navetas de habitación, mientras que en la época talayótica se construyen los grandes poblados con talaiots (torres de defensa y habitación), las taulas, murallas y necrópolis con cuevas excavadas en las rocas. El fin de esta etapa registra significativas influencias de la cultura púnica.
En el siglo VII A.C. los Cartagineses ocuparon la isla fundando las ciudades de Jamma, actual Ciutadella y Magón actual Maó. Los Romanos con Quinto Cecilio Metello, conquistaron Menorca en el año 125 a.C. ellos difundieron el Cristianismo y favorecieron el desarrollo de la agricoltura, el comercio y las comunicaciones entre las islas, con España e Italia. En el año 455 el poder pasó a los Vándalos, luego a los Bizantinos y por último a los Españoles, sucesivamente a los Moros.
En el año 1232 Jaime I d'Aragon la reconquistó creando un reino autónomo, dándola a su propio hijo Jaime. En el año 1343 Pedro IV d'Aragon reunió Menorca al Reino De Aragón.
Durante la guerra de sucesión en 1708, los ingleses ocuparon la isla y en 1713, ratificando el tratado de Utrecht, permaneció britanica hasta cuando en 1756 las tropas francesas invadieron la isla. Con el tratado de Paris en 1763 regresó al dominio de los británicos, empezando así la segunda dominación inglesa que duró hasta el 1782. En el periodo comprendido entre 1782 y 1789 volvió a ser española, pero en 1789 los ingleses desenbarcaron nuevamente en la isla, dando origen a tercera y última dominación. Con el Tratado de Paz de Amiens en 1802, Menorca retornó a su definitiva soberanía española.
Todos estos pueblos y culturas han dejado sus huellas en la isla y le han imprimido un carácter propio e inconfundible que diferencian a Menorca de cualquier otra isla del Mediterráneo. Se pueden encontrar en su arquitectura, su gastronomía, sus gentes y costumbres los vestigios del trasiego de las culturas que vieron en Menorca algo especial. Parece que la historia no ha cambiado mucho.
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